Cuando el trabajo me
lleva a la mar durante grandes temporadas de tiempo... el cadáver de
un cetáceo siempre se convierte en una buena oportunidad para
observar increíbles concentraciones de aves marinas e incluso
tiburones que se alimentan de sus restos.
Los cetáceos muertos
desprenden toneladas de aceite sobre el agua que forman un
kilométrico rastro sobre la mar al que siguen multitud de pequeños
paíños. Podemos ver un rastro de estos de hasta 50 millas (90 km)
de longitud. A medida que nos vamos acercando a él... el número de
paíños aumenta exponencialmente. Al final nos damos un pequeño
atracón de estas aves.
Este año y en el mes de
abril encontramos un cadáver de Cachalote en el Golfo de Guinea, en
el Atlántico africano. Nubes de paíños se agolpaban sobre estas
sergueras para alimentarse de minúsculos restos que flotaban en el
agua.
En esta ocasión eran dos
especies las que se estaban pegando el “atracón padre”. Unos muy
tempraneros Paíños de Wilson... y unos muy tardíos Paíños
comunes.
El cetáceo en
descomposición parece un témpano de hielo al que va derritiéndose
la base. En parte es verdad, el aceite va desprendiéndose poco a
poco y los tiburones hacen también su trabajo. Aquí no tenemos a
los gigantones blancos... pero si otros más numerosos y de hasta dos
metros y medio de longitud que dan buena cuenta de él... como son
los Jaquetones sedosos (Carcharhinnus falciformis)
Tanta proteína en la mar
no es desaprovechada por otros comensales como las tortugas marinas.-
En este caso una Tortuga boba (Caretta caretta) ha estado
también dando buena cuenta de sus restos.
Lástima de no haber
contado en ese momento con una cámara submarina... por que si eso
veíamos desde la cubierta del atunero... no quiero ni pensar en lo
que había debajo del agua.
Un saludete
Gorka Ocio
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