CORMORANES EN DAKAR (SENEGAL)

El puerto pesquero senegales de Dakar es uno de los más importantes de toda la costa africana. En él el trasiego de palangresos, cerqueros, cañeros y arrastreros de todo tipo de nacionalidades y tamaños es constante e inimaginable. Sin embargo además de esta actividad, este puerto es también un inmenso cementerio de barcos. Barcos antígüos de madera y de hierro oxidados que languidecen amarrados unos junto a otros, o yacen semihundidos junto a los muelles.

Un panorama que se torna desolador a ojos de los humanos pero que sin embargo se convierten en un pequeño paraíso para un puñadito de aves que buscan incansablemente comida entre ellos. Unos peligrosos “arrecifes” que parecen mostrarse como un lugar seguro para la numerosa fauna piscícola que la habita y que comparte, con mortales medusas de increíbles colores, el espacio.

Durante la primavera del año pasado el barco en el que navegaba entró tres veces a este puerto senegales. De esta forma tuve una oportunidad muy buena para ver de cerca ciertas aves que en otros puertos resultan casi imposibles. Aprovechaba para recorrer sus muelles en las horas del mediodía, que es cuando la actividad en el puerto es mucho más baja. De esta forma podía sorprender posada sobre los restos de un pesquero hundido a una esbelta Garceta grande (Egretta alba).

Todos los días un par de Aguilas pescadoras (Pandion haliaetus) patrullaban incansablemente estas aguas y no dudaban en zambullirse entre los barcos si lo que se le ponía a “tiro” era un Sargo de mediano tamaño.

Las aves marinas más abundantes en este puerto eran los Cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo) de la subespecie africana maroccanus. Más de cuatrocientos de ellos aguardaban posados en los rompelas del puerto a que subiese la marea para adentrase a pescar. Era entonces cuando pasaban junto a nosotros y podíamos apreciar esa líbrea característica de la subespecie africana.

En ocasiones tenían que defender con gallardía su pesca de las oportunistas Garzas reales (Ardea cinerea).

Andando junto a varias hileras de arrastreros observe como en los bulbos que sobresalían del agua, había rastros inequívocos que estos eran utilizados como posaderos.

Esta intuición quedó rápidamente resuelta al sorprender, en las maromas de las embarcaciones, a una inquieta Garceta dimorfa (Egretta gularis) haciendo equilibrios funanbulistas. Era un lujo verla pescar con extraordinaria habilidad y a unos escasos diez metros, inmaduros de Sardinas. Desde su privilegiado posadero se avalanzaba, no sin antes cernirse unos segundos, con gran decisión sobre su presa.

Al poco un pequeño cormorán de llamativos ojos rojos hizo su aparición entre los barcos. Se trataba de un Cormorán de Cola Larga (Pharacrocorax africanus). Más pequeño que nuestros cormoranes moñudos (Pharacrocorax aristotelis), se caracterizan por la extraordinaria longitud de su cola y por tener un pico más corto y grueso que sus primos. La confusión que provocaba la Garceta era hábilmente aprovechada por este pequeño buceador. Personalmente fue el ave que más ilusión me hizo ver y fotografiar. Aunque de la misma forma que apareció se fue.

Estos cormoranes eran mucho más fácil verlos en sus trasiegos por el puerto... o en la Bahía de Goree... como en esta ocasión junto a una Gaviota de Sabine.

Resultaba curioso la carencia casi absoluta de gaviotas. Sólo se observaban fuera del puerto pesquero. Los únicos que si se dejaban ver eran los gigantones charranes reales (Sterna maxima).

Tampoco podían faltar los oportunistas Cuervos píos (Corvus albus),

los Milanos negros africanos (Milvus parasiticus),

... o los Alimoches sombríos (Necrosyrtes monachus) que patrullaban sin descanso tanto los muelles, como los barcos, o la superficie del agua en busca de algo que echarse al pico.

En todo puerto que se precie no pueden faltar las palomas, en este caso la Paloma de Guinea (Columba guinea)

Prometo cuando saque un poco de tiempo, haceros una entrada con los láridos de la interesante Bahía de Goree.

Un saludete

Gorka Ocio