lunes, 19 de octubre de 2009

ANTÁRTIDA: VIAJE AL CONFÍN DEL MUNDO (I PARTE)


Navegando por el Canal de Beagle entre albatros ojeroso y pingüinos de Magallanes


La Antártida es, junto con las islas Galápagos, uno de los destinos más deseados para lo amantes de la fauna salvaje. Mucha gente piensa que para poder ir se necesita un permiso especial, algo que es casi imposible de conseguir y está al alcance de muy pocos. Sin embargo, la realidad es tan sencilla como costosa. En el primer caso basta con una plaza en uno de los muchos barcos que navegan con turistas en aquellas gélidas aguas, y en el segundo basta con hacerse con un billete de avión, de los dos que vuelan a diario, al laboratorio evolutivo que son las Galápagos.
Viajar a la Antártida es siempre sinónimo de caro. Pero si se busca con tiempo, sin prisa y pocas exigencias de acomodación podemos encontrar viajes al alcance de nuestra mano. El barco de bandera argentina Ushuaia, de la compañía Antarpply expeditions, reunía todos nuestros requisitos. Marinería y guías de habla hispana, barco para 50 pasajeros y política de puente abierto, es decir, podíamos estar durante los once días que dura la aventura en el puente, algo que es fundamental para disfrutar de la mar y su fauna. Y lo más importante un precio muy asequible, si lo comparábamos con el resto de ofertas, cerca de 3.000 euros.
El barco parte del puerto argentino de Ushuaia en Tierra del Fuego. Paradójicamente es un puerto seco, es decir mientras el muelle es Argentina el agua es Chile. Como somos buenos previsores y evitando el riesgo de cualquier tipo de retraso o huelga de avión inoportuna que nos mandase al garete el “viaje de nuestra vida” nos presentamos, en la ciudad más austral del mundo, cuatro días antes de partir rumbo al continente helado.
Llegamos en avión desde Buenos Aires y, ya antes de abandonar las instalaciones aeroportuarias, un oportuno Págalo chileno nos puso en antecedentes cuando pasó junto a la furgoneta. Pero fue llegar a la zona portuaria de Ushuaia donde se desató nuestras pasiones al ver el imponente vuelo de nuestro primer Petrel Gigante. Lo mejor de todo fue cuando pudimos comprobar que junto a los pequeños desagües, y muy cerca de la orilla, estaban posados en el agua varios ejemplares de esta especie. Y el apellido de “gigante” lo tienen bien puesto, son igual de voluminosos que una persona de cuclillas.
Págalo chileno (Catharacta chilensis)
Petrel gigante adulto (Macronectes giganteus)
Petrel gigante jóven (Macronectes giganteus)
En los aledaños y donde la influencia de las mareas dejaban al descubierto zonas rocosas plagadas de piedrillas, o cubiertas de algas, se encontraban alimentándose varios Ostreros negro junto a las vistosas Gaviotas de Magallanes y las gigantonas Gaviotas cocinera.
Ostrero negro (Haematopus ater)
Gaviota de Magallanes (Larus scoresbii) adulta

Gaviota de Magallanes (Larus scoresbii) de 2º año


Gaviota cocinera (Larus dominicanus) adulta
Gaviota cocinera (Larus dominicanus) de tercer invierno
Gaviota cocinera (Larus dominicanus) segundo invierno
Gaviota cocinera (Larus dominicanus) primer invierno
En aguas profundas varios cormoranes reales con sus llamativas carúnculas nasales amarillas se afanaban en pescar peces y una pareja de charranes sudamericanos descansaban al atardecer en una pequeña boya.

Cormorán real (Pharacrocorax albiventer)

Charrán sudamericano (Sterna hirundinacea)
A la mañana siguiente, y antes de amanecer, nos presentamos en el Parque Nacional de Tierra del Fuego, distante 12 km al Oeste de la ciudad. Si se entra antes de las ocho de la mañana, hora de apertura del Parque, te ahorras de pagar los tickets. Este sitio es totalmente recomendable para pajarear por sus endemismos. Los paisajes parecen, salvando las distancias, sacados de un libro de Jack London. Sobre todo al observar los impresionantes diques construidos por los introducidos y siempre dañinos castores.

Bahía ensenada (Tierra de Fuego)
Castor y castorera
Condor (Vultur gryphus)
Pico magallánico (Campephilus magellanicus) macho
Caburé austral (Glaucidium nanum)
Sin embargo las amplías bahías que forma el Canal de Beagle a su paso por el Parque son un lugar idóneo para observar a un somormujo gigantón, el Macá grande y a dos especies endémicas de patos marinos muy interesantes. Los denominados Quetros o Patovapor. De las cuatro especies que existen, en estas aguas podemos ver al volador y al no volador. Esta última especie y como su nombre indica ha perdido la facultad de volar.
Macá grande (Podiceps major)
Quetro o Patovapor volador (Tachyeres patachonicus)

Quetro o Patovapor no volador (Tachyeres pteneres)
Estos canales parecen un túnel de viento, donde los albatros ojeroso vuelan sin esfuerzo sorteando los meandros. Es alucinante verlos volar en paisajes de ensueño y con bosques de fondo en vez de en mar abierto. Decenas de albatros y petreles gigante que de cuando en cuando entraban a las idílicas bahías.

Albatros ojeroso (Thalassarche melanophris)
El destino quiso que tres días antes de nuestro viaje, durante el verano austral, nuestro barco sufriese un imprevisto que obligó a la compañía contratada a buscarnos otro embarque. Lo que en un principio consideramos mala suerte se tornó, en menos de 24 horas, en algo increíble gracias a la profesionalidad de los responsables de Antarpply, al ubicarnos en el rompehielos ruso Polar Pioneer, barco de la compañía australiana Aurora Expeditions, ganar un día más de viaje y encima tener un camarote exterior doble y con baño… sin aumento de precio a pesar de costar en esta ocasión poco más de 6.500 euros.
Así que mientras esperamos al día del embarque, aprovechamos para realizar algunas excursiones que teníamos pendientes. Entre ellas es recomendable la que nos lleva a las pequeñas islas chilenas de los pájaros, lobos, Brigde, o el falso Faro del fin del mundo. Para ello podemos contratar los servicios que ofrecen pequeñas agencias instaladas junto al puerto de Ushuaia. Es recomendable realizarlas por la mañana, ya que a la tarde siempre se levanta un viento muy fuerte y desagradable que dificulta enormemente la navegación.
Estas islas albergan una población importante de aves marinas, principalmente cormoranes de tres especies; real, imperial y roquero. Estos comparten espacio con Leones marinos de un pelo, charranes sudamericano, págalos chileno, gaviotas de Magallanes e incluso ostreros negro y magallánico.
Cormorán real (Pharacrocorax albiventer)
Cormorán imperial (Pharacrocorax atriceps)
Cormorán roquero (Pharacrocorax magellanicus)
Págalo chileno (Catharacta chilensis)
Charrán sudamericano (Sterna hirundinacea)

Ostrero magallánico (Haematopus leucopodus)
La tarde del ocho de diciembre de 2008 embarcamos por fin en el Polar Pioneer. Nuestras primeras horas de navegación las realizamos por las míticas aguas del Canal de Beagle a través del paso Mackinlay flanqueados por grandes montañas nevadas y escoltados por decenas de albatros ojeroso, toscos petreles gigante y págalos chileno.

Petrel gigante (Macronectes giganteus)
Albatros ojeroso (Thalassarche melanophris)
Págalo chileno (Catharacta chilensis)
Al poco el porte de un velero holandés transportó nuestra imaginación a los años de Charles Darwin cuando con el barco que le da el nombre al Canal buscaba un paso al Pacífico.

Por estas aguas pasamos cerca de una colonia de pingüinos de Magallanes, consiguiendo ver algunos ejemplares nadando ágilmente y conseguimos ver varios ejemplares de Potoyunco magallánico, un pequeño petrel endémico de estas aguas, que es conocido por los lugareños como Petrel zambullidor.
Pingüino de magallanes (Spheniscus magellanicus)

Potoyunco magallánico (Pelecanoides magellani)
Mientras llegábamos a las postrimerías del Cabo de Hornos en aguas del Atlántico sur, el capitán ayudado en todo momento por un práctico abordo, sorteaba con habilidad los numerosos arrecifes y bancos de arena que, sumergidos, acechan a los barcos imprudentes. Trampas subacuáticas y pequeños islotes con miles de parejas de charranes sudamericano.
Pero lo que más nos sorprendió fueron las grandes concentraciones de albatros ojeroso que, en un número cercano a los tres mil, se encontraban posados cerca de las aguas abiertas. Los albatros y las miles de pardelas sombrías, que estaban llegando del hemisferio norte para bordear el Cabo de Hornos y criar en las aguas chilenas del Pacífico.
Albatros ojeroso (Thalassarche melanophris)
Pardelas sombría (Puffinus griseus)
En el próximo capítulo:

PASO DEL DRAKE: LA CONFLUENCIA DE TRES OCÉANOS (II parte)
Hábitat natural de los gigantes del aire; los albatros viajero y real.

1 comentario:

Monica dijo...

que animales tan interesantes que se pueden encontrar en todo el mundo. me llaman la atención esos patos por su pico.
me acuerdo que vi algunos de esos en uno de mis viajes a Galapagos junto con las tortugas de gran tamaño