La actual temporada de
Santurtziko Baleak / Las Ballenas de Santurtzi que aún no ha
finalizado está siendo muy buena en la observación de grandes
cetáceos en general y de las ballenas de la especie Rorcual común
en particular. Es más, de los más de 120 ejemplares que llevamos
avistados, hemos tenido la suerte de vivir cuatro momentazos de esos
que se quedan grabados en la retina... y muchas más imágenes
inolvidables que quiero compartir con vosotros.
Esta semana pescadores
deportivos se han vuelto a cruzar con estos grandes cetáceos en alta
mar... así que tenemos ganas de volver este fin de semana
para reencontrarnos de nuevo con ellas. Tenemos de márgen hasta el
próximo 1 de noviembre que es el día que acaban las salidas con www.verballenas.com
Uno de los momentos más
“entrañables” que hemos vivido, fue cuando dos grandes ballenas se alimentaban
junto con delfines comunes. De hecho tras las profundas inmersiones
adivinábamos donde iban a volver a salir gracias a ellos. Justo ante
de sacar su gigantesco cabezón fuera del agua para dar el imponente soplo vertical, aparecían al unísono de tres a cuatro delfines comunes.... para coger aire ellos también. Actuaban como auténticos escoltas e impresionaba el tamaño de la ballena.
Sin embargo uno de esos
momentazos que nos puso hasta en dos ocasiones en pie... fue cuando
un ejemplar enorme de cerca de 24 metros sacó por dos veces su gran
y ancha aleta caudal. Del tamaño del ala de un avión pequeño. El
soplo era inmenso, y además de por el tamaño, en un primer momento llegamos a pensar en la posibilidad de una
ballena azul. Sobre todo porque nos costó verle el blanco de su
mandíbula inferior derecha. Aunque la aleta dorsal desde el primer
momento nos desechó esta identificación. La aleta y el color
grisáceo y no el azul amarmolado del gigante marino. Sin embargo, si le llegamos a verla sólo de lejos, y más cuando sacó su cola en el momento de sumergirse... la
identificación hubiese sido otra.
Por eso, en los cetáceos
como con las aves, hay que hilar muy fino... Esta ballena está
bautizada como Jeremy... en honor a nuestro amigo Belga. Jeremy Demey se encontraba también abordo al igual que Jon Hidalgo y Carlos Gutierrez Expósito. Los cuatro estábamos literalmente alucinados. Y es que entre de nosotros, y el amigo de Jeremy, aún teniendo muchos miles de avistamientos de rorcuales comunes a nuestras espaldas... era la primera vez que observábamos un comportamiento semejante.
Durante esta temporada
tuvimos un par de semanas que las grandes ballenas estuvieron muy
cerca de tierra.
Estaban entretenidas
comiendo sobre todo Krill. En esta instantánea vemos el soplo
rojizo-anaranjado gracias al camarón del que estaban alimentánsose
los Rorcuales justo al borde del cantil. Por algo había mucho atún
rojo y los primeros bonitos en dos años... aquí tenéis la
respuesta.
Y claro detrás de tanto
bonito no podían faltar los barcos profesionales y el buque hospital
que vela por la seguridad de nuestros arrantzales y pescadores... el
Juan De La Cosa. Y las ballenas parecían querer escoltarle a él.
En otra ocasión y de
“puñetera” casualidad nos encontramos con un Rorcual común
muuuuy pequeño. Tanto que en un primer momento, y al verlo debajo
del agua, pensamos en un Zifio de Cuvier macho. No superaba los 12
metros de longitud. Era cláramente más pequeño que nuestro barco.
Fue una gran sorpresa porque este ejemplar no tenía edad de
emancipación. Entonces... qué hacía sólo?. Estuvimos casi una
hora por la zona y no vimos a la madre. Malos augurios.
Esta temporada tenemos
multitud de momentos y de detalles. De lejos, de cerca, pasando por debajo
del barco, al costado. Las fotos hablan por sí sólas.
Además de verlas... a la
gente le emociona oirlas. En el momento de coger aire suenan a cañerías viejas. Pero sin duda, es el característico soplo el que enmudece casi de
inmediato a los diez aventureros. Y nos es para menos. Sólo con observarlo por primera vez en la lejanía dispara la adrenalina a cualquiera. Y si
se tiene la oportunidad de oirle... la piel se pone de gallina...
Estos soplos es el
“aliento” de la ballena. Y como tal huelen muy mal... a pescado
podrido con berza. En más de una ocasión el viento nos ha echado
literalmente encima ese característico soplo tan cálido como húmedo. Y la cara de algunas
de nuestras aventureras deja patente que no es agua de rosas
precisamente.
Espero que os haya
sido de interés
Un saludete
Gorka Ocio
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