En abril de este año he
tenido de nuevo la oportunidad de cruzar el Atlántico desde las
costas africanas hata las aguas limítrofes de Brasil.
Sin embargo en medio del
Atlántico salvo mal tiempo no se ve fauna marina resaltable... salvo
algún tímido Petrel de Bulwer ó Galeras portuguesas.
Pero no es hasta llegar a
los grandes bajíos y plataforma americana cuando empezamos a
disfrutar con la vida marina. Tanto de su rica variedad de peces...
Como los Bananos (Elagatis bipinnulata)
Los llamados por los pescadores Chicharros, un carángido (Caranx crysos)
Las imponentes Tortugas laud (Dermochelys coriacea), no en bano son las más grandes del mundo.
Los tiburones Jaquetones oceánicos o de Puntas blancas (Carcharhinus longimanus)
Las gigantonas Mantas diablo (Mobula rancunelli)
O las dormilonas, que recuerdan a las chernas (Lobotes surinamensis)
Por supuesto no nos olvidamos de las aves. Donde
destacamos a los rezagados Paíños de Leach... que se encuentran
retornando a sus zonas de cría en América del Norte.
Los primeros Paíños de
Wilson que abandonan las inmediaciones de la Antártida para subir a
los ricos bancos de Terranova.
Así como los Charranes
árticos abandonando sus cuarteles de invierno para subir al Norte a
perpetuar su especie
Donde hay esternas no
pueden faltar los págalos. Como los recien mudados Págalos
pomarinos
O esta solitaria Pardela
cenicienta
He dejado para el final
el motivo de esta entrada: Los Piqueros patirrojos. Y es que estas
aves cuando aparecen en alta mar no dejan indiferente a nadie.
Gracias a esa costumbre que tienen de seguir volando a la par del
barco para alimentarse de los Peces voladores que levanta su proa. Y
donde podemos ver la agilidad y extraordinaria velocidad que alcanzan
en picados increíbles.
Así pudimos ver un inmaduro
Juveniles que no dudan en dar imponentes picados
Un adulto fase oscura
Un adulto fase clara. De
esta variedad he visto en contadas ocasiones.
Sin embargo no es hasta
cuando hacen acto de presencia los Peces voladores cuando disfrutamos
a tope de la esencia de estas velores y gráciles aves.
Aunque antes de llegar a
“triunfar” se pega muchos revolcones. Le gusta coger cierta
altura para así en un picado de infarto alcanzar la máxima
velocidad y poder alcanzar a los no menos veloces peces voladores. O
al menos intentarlo.
Espero que os haya
gustado la entrada
Un saludete
Gorka Ocio